lunes, 27 de julio de 2009

El abogado del Diablo
Gustavo Duch Guillot*
La Pontificia Academia de Ciencias organizó entre el 15 y el 19 de mayo, en el Vaticano, la semana de estudio Plantas transgénicas para la seguridad alimentaria en el contexto del desarrollo. Restricciones a la introducción de la biotecnología para mitigar la pobreza. Un largo número de expertos, aunque con muy corta pluralidad en sus posiciones, se sumergieron –a puerta cerrada– en el apasionante mundo de los transgénicos para presentar argumentos que permitan a la Iglesia católica adoptar un posicionamiento frente a tan polémico asunto.

La posición de salida se adivinaba desde la introducción del documento de presentación oficial, cuando dice: La oposición a la biotecnología agrícola generalmente es ideológica. El enorme potencial de la biotecnología vegetal para producir alimentos en mayor cantidad y de elevado valor nutricional para los pobres se perderá si la regulación de los OGM no remplaza el principio precautorio por principios científicos.

O más adelante, cuando se afirma que “… necesitamos equiparnos con argumentos acerca de por qué la seguridad alimentaria de los pobres necesita tener acceso eficiente a la tecnología transgénica y que la extrema regulación precautoria es injustificada; argumentos para mostrar las consecuencias sociales y económicas de la excesiva regulación y para conocer cómo cambiar la regulación basada en la ideología por la regulación basada en la ciencia”.

Los pobres analizados como simples ratoncitos de laboratorio. Pobres ratoncitos pobres que movidos por creencias e ideologías (y eso lo dice una institución bajo la protección directa del Vaticano) se encadenan a los principios de la precaución. Los pobres ratoncitos pobres que no se dejan salvar y engordar por la sabiduría científica, que ahora parece contar con la infalibilidad de la curia para garantizar su inocuidad.

Pues sí, la oposición a los alimentos transgénicos es ideológica, por supuesto. Desde una ideología que no se quiere genuflexionar frente al todopoderoso dios transgénico, en el nombre de Cargill, de Syngenta y del (Espíritu) Monsanto. Que vive temerosa de las plagas bíblicas que profetizaron la plaga del Ángel exterminador que ya llegó sobrevolando y fumigando venenos sobre las comunidades campesinas pecadoras por vivir junto a campos transgénicos. Muerte y enfermedades que caen del cielo en forma de nube densa de plaguicida. Amén.

Desde una ideología que rechaza la extremaunción del medio ambiente y de la población campesina. Sabemos que sin campesinado no hay un medio ambiente vivo y viceversa. Aunque en los textos de la organización del acto se lea: Los científicos del sector público tienen la responsabilidad de explicar a la sociedad (las ventajas de la biotecnología vegetal) y que el rechazo a la tecnología de los OGM limitará los esfuerzos para aliviar la pobreza y el hambre para salvar la biodiversidad y proteger el ambiente.

Idénticas tesis a otros documentos científicos. Y los bendijo, diciéndoles: sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la Tierra. Libro del Génesis.

Los señores investigadores debieron buscar en su cónclave pruebas para excomulgar, por ejemplo, al gobierno alemán, cargadito de activistas antitransgénicos, hippies, ateos y seguro que además obsesionados defensores del condón, por su excesiva regulación precautoria (oxímoron neoliberal donde los haya) que hace que se equivoquen cuando acaban de prohibir el cultivo del maíz modificado genéticamente en su país por sus riesgos asociados. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Señoras, señores, se ha iniciado el proceso de canonización de los alimentos transgénicos. Presenten sus pruebas y sus milagros.

* Veterinarios Sin Fronteras
La Jornada

Compromiso con los pobres

Julio Hernández López
Dado que las conveniencias políticas van cambiando a toda velocidad, el mismísimo arzobispo primado de México, Beto Rivera, ha hecho puntiagudas críticas a la manera como Felipe el Breve gobernó, sobre todo en materia social. Súbitamente preocupado por el pueblo pobre, desmarcándose sin explicación de lo que en él ha sido una firme opción preferencial por los ricos, el cardenal duranguense, aprovechando la historia bíblica de la multiplicación de los panes, se ha dicho apesadumbrado por tanta miseria y hambre no atendida, ni por las instancias oficiales o institucionales ni por la propia solidaridad de prójimo...
la Jornada

martes, 21 de julio de 2009

La fidelidad de los curas: pierden los paníferos y ya están pidiendo el DIVORCIO

Como institución hemos mantenido una relación de respeto: Adalberto González

La Iglesia nunca ha estado ligada a un partido político: Arzobispado
Sólo la gente es la que decide a quién entregarle el poder político, precisó el vocero

RAUL TORRES

Luego de las declaraciones que el domingo anterior hiciera el obispo auxiliar de la diócesis de Guadalajara, José Trinidad González Rodríguez, sobre la “urgencia” de separar la imagen del Partido Acción Nacional (PAN) de la Iglesia católica, el vocero del Arzobispado de Guadalajara, Adalberto González, aseguró que la institución religiosa nunca ha estado ligada a ningún partido político, por lo que no tiene que desligarse de nadie.

González precisó que si la Iglesia “se casara” con un partido, pronto se tendría que “divorciar” de este, pues es sólo la gente es la que decide a quién entregarle el poder político.

Afirmó que ni el Arzobispado de Guadalajara ni la Iglesia católica tiene problemas con los partidos que desde del primero de enero gobernarán los distintos municipios de Jalisco y la Zona Metropolitana, y reiteró que como institución siempre se ha mantenido una relación de respeto con ellos.

En opinión del vocero, lo ideal es que la Iglesia se mantenga siempre al margen de la política partidista para no generar confusiones entre los fieles.

Por su parte, el órgano informativo de la Arquidiócesis de Guadalajara, en su edición del domingo 19 de julio, en su editorial, afirma que todos en el partido en el poder (el PAN), son culpables de la crisis interna que vive actualmente: “El partido en el poder no sólo ‘sufre’ esta acometida externa (la del voto de castigo provocado por la crisis global), sino que también se ve afectado por conflictos al interior de su instituto político. Todos son culpables, pero ninguno se siente tal. Las cosas, de esta forma, se agravan. Y nadie pone remedio”.
La Jornada

miércoles, 1 de julio de 2009

El verdadero rostro de los democratas censores

"Giotto no se toca", decreta obispo de Asís
Denuncia Dario Fo censura clerical a una de sus obras
De la Redacción


"Giotto no se toca", djo el obispo de Asís, Domenico Sorrentino al prohibir la presentación de la obra ¿Giotto o non Giotto?, del dramaturgo y premio Nobel italiano Dario Fo, en la plaza de la basílica de San Francisco, debido a que se pone en duda la autoría de los frescos que se encuentran en ese templo.

El diario italiano La Stampa informó que el monólogo de cinco horas que se representa en dos noches argumenta que el artista italiano medieval Giotto no pudo haber pintado los frescos de la basílica de Asís, porque era "demasiado joven para tener un encargo tan importante" en este lugar.

Según los organizadores de la obra, el obispado de Asís les transmitió que no se llevarían a cabo más espectáculos frente a la fachada de la iglesia, a pesar de que el pasado 12 de junio los cantantes Renato Zero, Tiziano Ferro y Raf ofrecieron un concierto allí.

"Están bien las canciones frente a la basílica de San Francisco, están bien las bailarinas e incluso los números de cabaret pero, por favor, nada de historia del arte", ironizó el hijo de Dario Fo, Jacopo, sobre la decisión del obispo, y denunció que "de nuevo un mal entendido sentido de lo sagrado lleva a las jerarquías eclesiásticas a practicar la censura".

Dario Fo llamó "censura preventiva" al hecho que también es, en su opinión, “signo de los tiempos. Es verdaderamente una expresión de ese retrógrado conservadurismo cultural para el cual toda alteración del status quo se convierte en un acto de blasfemia”.
La Jornada