El castillo de la impureza
Verónica Espinosa
SAN MIGUEL DE ALLENDE, GTO., 17 de abril (Proceso).- Durante cinco años, el padre Laurencio Pérez gozó de impunidad gracias a que el obispo de la diócesis de Celaya, Lázaro Pérez Jiménez, lo protegió de las acusaciones en su contra por presuntos actos de corrupción de menores. Y aun cuando pesaba una orden de aprehensión en su contra desde 2005, el sacerdote seguía ejerciendo sus actividades eclesiásticas y cortejando a menores, como a la hija de don Ángel Álvarez, una menor de 13 años con quien incluso se fue a vivir. Finalmente, Laurencio fue detenido el 18 de marzo e ingresado cuatro días después al penal de San Miguel de Allende.
Durante los últimos cinco años, el sacerdote Laurencio Pérez Mejía pasó de pueblo en pueblo y de parroquia en parroquia, dejando tras de sí la estela de impunidad que le permitió evadir una orden de aprehensión por presuntos actos de corrupción de menores.
Durante ese lapso el cura ejerció sin problema sus actividades eclesiásticas en la diócesis de Celaya. Finalmente, el 18 de marzo último fue detenido al salir de la parroquia de la comunidad de Rincón de Tamayo, en Celaya, en cumplimiento de una orden de aprehensión que pasó por dos administraciones estatales, dos procuradores y dos jueces penales que conocieron del asunto.
Proceso
No hay comentarios:
Publicar un comentario