Dos notas sobre la intolerancia
Adolfo Sánchez Rebolledo
Una nota del corresponsal de La Jornada en León, Carlos García, nos vino a recordar cómo la pretensión de imponer ciertos postulados morales lastra la inteligencia de quienes los aceptan y degrada, así sea simbólicamente, la convivencia. Alguien podría argüir el pensamiento de este o aquel filósofo o la fidelidad a determinado código moral o religioso para justificar la defensa furiosa de algunos principios, pero la quema de libros es un viejo acto de intolerancia extrema, así provenga del fanatismo religioso, del temor secular a la diferencia, de la irracionalidad de los individuos o del poder persecutorio del Estado totalitario. Y eso ha ocurrido en León, Guanajuato, hace unos días, cuando un grupo de personas pertenecientes a la Asociación Estatal de Padres de Familia, así como a las organizaciones Suma tu Voz y Coalición Ciudadana por la Familia y la Vida (Cofavi), conocidas por su cercanía con las posiciones más reaccionarias de la Iglesia católica, exigieron la restitución del libro de texto del gobierno de Guanajuato, quemando el capítulo de higiene y enseñanza sexual del texto vigente elaborado por la Secretaría de Educación Pública. Carlos García nos cuenta en jugosa crónica que mientras las llamas consumían las páginas donde aparecen los órganos reproductores del hombre y la mujer, las mujeres coreaban "¡Huele muy mal! ¡Huele muy mal!" Apagada la pira, en declaraciones sin desperdicio, la presidenta de Cofavi, Beatriz Rodríguez, hizo esta vibrante denuncia: "La SEP, mediante los libros, está obligando a mis hijos a usar condón (sic) cuando yo quiero que ellos no hagan nada hasta el matrimonio". Sea. Pero las palmas se las llevaron a dúo la representante de Suma tu Voz, Lourdes Cázares, y la regidora panista Hortensia Orozco Tejada. La primera al señalar el horizonte de la protesta: "Expresamos nuestro apoyo a la educación sexual basada en valores, y nos manifestamos en contra de imposiciones ideológicas y sin perspectiva de familia"; la segunda, al pedir, con la hoguera encendida, "respeto a la soberanía de Guanajuato", el fin de la "genitalización del ser humano y la cancelación de los libros, ya que promueven la perversión, la ideología y el disfrute sexual" (www.am.com.mx), aunque, para curarse en salud, admitió que no estaba allí ni como edil ni panista, sino en "calidad de ciudadana", excusa que ya había usado Vicente Fox para saltarse las mismas trancas legales. Tanta ausencia de valor civil nunca va sola. El señor Alberto Diosdado, secretario de Educación de Guanajuato, a quien toca en parte investigar el asunto, declaró a la prensa "que ni rechaza ni respeta la determinación de las integrantes de la asociación Suma tu voz" y que buscaría un "acercamiento" con ellos para saber qué pasó.
La Jornada
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