Juan Sandoval nació en Yahualica, en la región de Los Altos de Jalisco, cuna de la guerra cristera y de los sectores católicos más conservadores del país. Sus modales hoscos y sus polémicas declaraciones lo han llevado a tener fricciones con diversos actores de la sociedad. Es un cardenal claridoso, sus planteamientos no guardan ni matiz ni sutileza, son contundentes y no admiten mediación, como cuando declaró que: “Se necesita no tener madre para ser protestante”, provocando la reacción airada de los Testigos de Jehová y otras iglesias. Sobre los homosexuales, estableció que “las desviaciones de algunas personas no deben servir para condenarlas, pero tampoco para presumirlas; que las mantengan más bien en secreto”. O sobre el acoso a las mujeres, el cardenal estipuló que “las mujeres no deben de andar provocando, por eso hay muchas violadas”, lo que le valió duras críticas de los colectivos femeninos, por lo que se vio obligado a desdecirse (Efe, 25/09/2003). Sus confrontaciones con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Jalisco son sonoras. El año pasado no sólo arremetió contra su líder Gabino Berumen Cervantes, sino provocó a la militancia al llamarlos “hijos de las tinieblas” (La Jornada, 9/5/2007).
Estos ejemplos muestran el efervescente temperamento del cardenal, que lo lleva a imprudencias costosas. No obstante, es un actor poderoso en Jalisco. Su secreto ha sido articularse con la iniciativa privada y con el gobierno, estableciendo redes triangulares de complicidad, apoyo y fortalecimiento institucional mutuo. Cada vez que alguno enfrenta una controversia, es respaldado por los otros. Sin duda el episodio más delicado que ha enfrentado el cardenal son las acusaciones en 2003 por lavado de dinero y nexos con el narcotráfico, así también su estrecha relación con José María Guardia, el zar del juego; dicha denuncia fue promovida, como todos recordamos, por el ex procurador Jorge Carpizo McGregor. Así, sus cuentas, nexos familiares, movimientos y negocios fueron investigados. Si bien fue finalmente exonerado, el cardenal en un momento pareció zarandeado por la presión mediática que se generó en su contra.
Fragmento de la nota periodística de Bernardo Barranco, "Juan Sandoval Íñiguez, el cardenal ranchero", La Jornada del 2 de abril del 2008.
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